Si usted fuera
campesino...
El campo
colombiano está agobiado por la pobreza, la violencia, la injusticia social y
el TLC: nadie debe sorprenderse de que se rebele
Por: Daniel
Samper Pizano
*Tomado
de El Tiempo Domingo 25 de agosto de 2013
No
me extraña que los campesinos salgan a las carreteras a protestar. Lo que me
sorprende, dadas las deplorables condic iones del campo colombiano, es que no
lo hayan hecho antes. Rechazo alevosías como bloquear caminos y quemar vehículos,
que perjudican sobre todo a otros campesinos y les impiden transportar y vender
sus productos. Pero reconozcamos que los medios de comunicación enseñamos a los
ciudadanos que solo hay cubrimiento periodístico cuando estalla un bochinche, y
las autoridades, a su turno, solo se inquietan cuando aparece el bochinche en
la prensa. La posibilidad de que salga en las noticias una reunión rural muy
importante pero sosegada es mínima, al contrario de lo que logran unas buenas
llamaradas o algunas vías obstruidas.
La
democracia se inventó, entre otras cosas, para que la gente pudiera protestar
libre y pacíficamente. Protestan los súbditos árabes, los gays rusos, los
estudiantes chilenos, las chicas de pecho al aire y los trabajadores europeos,
y los llamamos “indignados”. Pero si lo hacen los labriegos o los pequeños
empresarios agrícolas colombianos (que sostienen a 9 millones de personas), se
convierten en “subversivos”. Para ellos están reservados el despojo sin derecho
a queja, el desplazamiento en silencio, la resignación secular... O, en el
extremo de la desesperación, la errada vía de las armas. Celebremos que
–descontados desmanes condenables– esta vez nuestros cultivadores se rebelen y
se hagan sentir.
¿Y
cómo no rebelarse ante el estado del campo colombiano, agobiado por la
violencia, el despojo, la injusticia, el abandono? Según reciente estudio
(Balcázar y Rodríguez), “los índices de concentración de la tierra en Colombia
son de los más elevados del mundo”: el 70 por ciento de los predios son dueños
del 6 por ciento de la tierra y solo el 1 por ciento tiene el 43 por ciento.
Es
vergonzosa la historia de algunos programas oficiales de fomento agrícola de
los últimos años. El de Carimagua, que debía destinar 17.000 hectáreas a
campesinos desplazados, terminó en manos de Corpoíca, Incoder y el Ejército.
Buena parte del botín en subsidios del plan Agro Ingreso Seguro fue al bolsillo
de plutócratas costeños y amigos políticos del pasado gobierno. El reciente
plan de titulación de baldíos en el Catatumbo cayó en poder de poderosas
empresas.
Dos
de cada tres trabajadores ganan menos de un salario mínimo. Buena parte de los
créditos se destinan a los más adinerados. Según el economista Aurelio Suárez,
los fertilizantes de venta en Colombia figuran entre los más caros del planeta.
La mitad de las calorías y proteínas de cereal que consume el país vienen del
exterior. En el primer año del TLC se dispararon las importaciones agrícolas:
la soya subió 467 por ciento, los lácteos, 214, la carne de cerdo, 66, el
trigo, 15…
Fedesarrollo
señala que en los últimos años bajó la pobreza en el país, salvo en el área
rural, donde aumentó la indigencia y persiste en forma alarmante la miseria.
Por eso protestan los campesinos. Si usted fuera campesino, seguramente también
estaría gritando en una carretera.
ESQUIRLAS.
1) Colombia y Brasil son, según filtraciones de Edward Snowden, los países
suramericanos en que Washington ha adelantado más intenso espionaje político y
comercial. Brasil anunció que denunciará las grabaciones ilegales. ¿Y Colombia?
¿Nada va a decir Colombia? 2) Carlos Urrutia, embajador en Washington, dimite
porque tramó el desvío de baldíos campesinos a la empresa Riopaila. Y resulta
que su reemplazo será Luis Carlos Villegas, quien, como presidente de la
Asociación Nacional de Industriales, ayudó a estructurar el ruinoso TLC con
Estados Unidos, a causa del cual la industria productora colombiana exporta 5
por ciento menos que hace cinco años e importa cada vez más (65 por ciento).
Curiosos premios confiere el Gobierno en su política de intercambio de
camisetas entre el sector público y el empresarial…