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lunes, 22 de marzo de 2010

Día Internacional del Agua


Agua y pobreza: ¿Cuál es su relación?
En muchos lugares del mundo, la falta del agua apta para el consumo humano y de servicios básicos de saneamiento representa un serio obstáculo para el desarrollo y el crecimiento económico: La distribución deficiente, la mala gestión del recurso, la pobreza, la contaminación, el cambio climático, los desastres naturales, la guerra, el crecimiento demográfico y la urbanización. Los habitantes de los países más pobres del mundo son los más perjudicados. No sólo suelen pasar horas buscando y acarreado agua, sino que muchas veces el agua contaminada y el saneamiento inadecuado dan lugar a enfermedades y crean condiciones antihigiénicas. Esto impide que una persona pueda ganarse la vida o asistir a la escuela, creando un ciclo de pobreza cuyo costo es altísimo:
1.000 millones de personas carecen de acceso a agua potable.
2.000 seiscientos millones de personas no disponen de servicios básicos de saneamiento.
Cada año mueren 1,6 millones, y 800.000 niños por enfermedades causadas por el agua sucia y por un saneamiento insuficiente.
El tiempo que se emplea para recoger agua y los efectos ambientales negativos debido a la contaminación de las aguas residuales están costando más de 1,4% del producto interno bruto (PIB) en Bangladesh, el 1% en Colombia y 0,6% en Túnez.
Muchos proyectos de infraestructura, como represas y minas, están utilizando las reservas hídricas esenciales para otros fines, amenazando así el medio de vida de los agricultores y los pescadores, y sumiéndolos en la pobreza. La agricultura, que compone alrededor del 11% del PIB de los países en desarrollo, consume más del 75% del agua en esas regiones. El 12% de la población mundial utiliza el 85% de su agua y vive en el mundo industrializado.
Las políticas nacionales y la cooperación internacional son parte integral de la solución de este problema. Serían necesarios US$10.000 millones al año para alcanzar el objetivo de desarrollo del milenio de reducir a la mitad la proporción de personas que carecen de acceso al agua potable y el saneamiento para 2015. Según el Informe sobre desarrollo humano 2006 de las Naciones Unidas, esa cifra “equivale a unos ocho días de gastos militares en el mundo”. En lo que respecta a mejorar la seguridad humana, distinta a las estrechas nociones de seguridad nacional, la conversión de cantidades muy pequeñas de gastos militares en inversiones en agua y saneamiento generaría enormes beneficios”.

Noticias Bicentenarias


La revuelta de los comuneros

El 16 de marzo de 1781, en la población de Socorro inició una de las sublevaciones más importantes contra el poder virreinal en la historia de la Nueva Granada. El motivo de la protesta eran las nuevas reformas administrativas y económicas implementadas por la corona española, bajo el control de los Borbones. En particular, fue determinante un incremento en los impuestos al tabaco, al aguardiente y los relacionados con salida y entrada de bienes al virreinato, para mejorar el recaudo en general de sus colonias.

La revuelta, iniciada por Manuela Beltrán, pronto se esparció y se convirtió en un movimiento armado que llegaría hasta las puertas de Santa Fe. Este movimiento se organizó en una junta, llamada la junta del "común", de la cual saldría el nombre de "comuneros" para los miembros de la revuelta.

Asustado, el Virrey envió a negociar al arzobispo de Santa fe, Antonio Caballero y Góngora, quien lograría un acuerdo con los rebeldes, comprometiéndose a que el gobierno eliminaría la mayoría de los impuestos, a cambio de que detuvieran su avance hacia la capital.

Sin embargo, el gobierno virreinal traicionaría a los comuneros y apenas estos se dispersaron, derogó los acuerdos a los que se había llegado. Los líderes de la revuelta fueron capturados, enviados a prisión, trabajos forzados o ejecutados.

Esta revuelta es de suma importancia en la historia de la Nueva Granada por varias razones. Por un lado, aunque no buscaba ni mucho menos una independencia de España, sí marca un punto de descontento hacia muchas de las reformas económicas llevadas a cabo por los Borbones. Este descontento se terminaría convirtiendo a la postre en una de las causas de la Independencia. Además, la forma en que las autoridades virreinales manejaron la situación creó una gran desconfianza hacia éstas, tanto entre muchos criollos (como Antonio Nariño), como entre buena parte de la población.

Nuestra reflexión de actualidad:

Después de 200 años de historia, podremos afirmar que estas realidades presentadas en 1781, no son las mismas que padecemos en la actualidad?